Una sentencia de muerte, por un prejuicio. Porque no es lo que quería tu mamá para tí, no es la persona que diseñaste en tu cabeza -y déjame decirte una cosa- no existe. Porque cuando dibujas un límite, entre lo que te debiera gustar y lo que te gusta, siempre vas a encontrar una gran diferencia. Los sentimientos no son un supermercado donde sabes exactamente qué es lo que vas a comprar y cuánto vale. Porque mientras puedes armar una historia perfecta en tu cabeza y sufrir por no encontrar a los protagonistas o puedes simplemente hacer oídos sordos de esos prejuicios que hay en tu cabeza y simplemente dejarte llevar por lo que sientes. Probablemente te equivoques muchas veces ¿Pero y si no?