Cuando te conocí, hice bromas sobre tu presencia. Nunca imaginé que cada una de ellas serían ciertas.
Nunca imaginé muchas cosas, y muchas de ellas ciertas también, las vine a reconocer hoy, hace un par de días.
El te quiero más tembloroso que he pronunciado en la vida, te lo dediqué a ti. Y porque te quiero sin temblar, solo con la mano te digo adiós.
La distancia y el silencio, serán el abismo en que morirá la flor que no fue. Pero estoy segura que en silencio le seguirás dando luz, porque aun siendo tú quien pidió la distancia, eres tú el que más sufre con esto.
Y tu sufrimiento es lo que me duele. Yo no tengo heridas, aprendí a caminar sobre las brasas y a salir ilesa de entre los cardos; y si algo hubiese quedado adherido, aprendí también a lamer mis heridas sin quejarme y sonriendo siempre, no por querer fingir una fortaleza que no tengo, si no porque aprendí que eso que aquello que hoy siento por ti, mañana lo sentiré por otro.
Y soy feliz por ello, por quererte como te quiero.
Sin trabas, sin nombres, sin ataduras, sin complejos, sin mentiras. Solo entrega y complicidad, esa que solo se logra cuando te apasionas por quien reposa tu cabeza en la misma almohada. Saber que no necesito jugar con tu mente y tus emociones, ni necesito alimentar tus miedos para tenerte a mi lado, que basta con darte la mano o abrazarte con suavidad para calmar tus temblores, saber que no quieres dejarme ir cada vez que nos despedimos, para mí es suficiente.
Sé que hace ya mucho decidiste construir tus sueños en otro lugar, con otras manos, pero creo que nunca es tarde para reconstruir nuestros sueños.
Quizás un día decidas ser feliz, y des el paso. Espero que para entonces no sea demasiado tarde.
Cuando eso suceda, tú no estarás donde te dejé, y posiblemente no sea yo quien te impulse para entonces. Pero espero que alguien te quiera como yo lo hago ahora: sin temor, sin vacilación, sin exigencias ni sinsabores.
Cuídate hombre de los conflictos; un abrazo de verano, y un último beso. Si bien mi almohada ya no espera por ti, siempre tendrás un espacio junto a mí.
ENLACE
Nunca imaginé muchas cosas, y muchas de ellas ciertas también, las vine a reconocer hoy, hace un par de días.
El te quiero más tembloroso que he pronunciado en la vida, te lo dediqué a ti. Y porque te quiero sin temblar, solo con la mano te digo adiós.
La distancia y el silencio, serán el abismo en que morirá la flor que no fue. Pero estoy segura que en silencio le seguirás dando luz, porque aun siendo tú quien pidió la distancia, eres tú el que más sufre con esto.
Y tu sufrimiento es lo que me duele. Yo no tengo heridas, aprendí a caminar sobre las brasas y a salir ilesa de entre los cardos; y si algo hubiese quedado adherido, aprendí también a lamer mis heridas sin quejarme y sonriendo siempre, no por querer fingir una fortaleza que no tengo, si no porque aprendí que eso que aquello que hoy siento por ti, mañana lo sentiré por otro.
Y soy feliz por ello, por quererte como te quiero.
Sin trabas, sin nombres, sin ataduras, sin complejos, sin mentiras. Solo entrega y complicidad, esa que solo se logra cuando te apasionas por quien reposa tu cabeza en la misma almohada. Saber que no necesito jugar con tu mente y tus emociones, ni necesito alimentar tus miedos para tenerte a mi lado, que basta con darte la mano o abrazarte con suavidad para calmar tus temblores, saber que no quieres dejarme ir cada vez que nos despedimos, para mí es suficiente.
Sé que hace ya mucho decidiste construir tus sueños en otro lugar, con otras manos, pero creo que nunca es tarde para reconstruir nuestros sueños.
Quizás un día decidas ser feliz, y des el paso. Espero que para entonces no sea demasiado tarde.
Cuando eso suceda, tú no estarás donde te dejé, y posiblemente no sea yo quien te impulse para entonces. Pero espero que alguien te quiera como yo lo hago ahora: sin temor, sin vacilación, sin exigencias ni sinsabores.
Cuídate hombre de los conflictos; un abrazo de verano, y un último beso. Si bien mi almohada ya no espera por ti, siempre tendrás un espacio junto a mí.
ENLACE