A partir de que Dios muere y avanza el desierto, este desierto a poblar, aparece el nihilismo, que quiere la nada, pero querer la nada es querer lo abierto de un territorio que rompe sus fronteras y que permanentemente hay que poblar creando sentidos nuevos. En la medida que los sentidos absolutos caen, el hombre tiene que construir un mundo, y tiene que empezar a producir sentidos propios.
Este es el aspecto terrible y maravilloso a la vez del nihilismo que conmina al hombre a tener que dar sentido a la existencia y al mundo, unido al afán de haber descubierto el universo y querer dominarlo.
Este es el aspecto terrible y maravilloso a la vez del nihilismo que conmina al hombre a tener que dar sentido a la existencia y al mundo, unido al afán de haber descubierto el universo y querer dominarlo.